lunes, 1 de noviembre de 2010

Un día para los muertos

Desde que hace millones de años el hombre del Neanderthal comenzara la práctica de enterrar a sus muertos, muchas son las interpretaciones que hemos dado los seres humanos a ese momento supremo en que los nuestros dicen adiós a la vida. Para unos no hay mejor homenaje que las lágrimas, las vestiduras de negros y la tristeza total, para otros las flores, las velas y el incienso se combina con comidas, alegrías y la posibilidad de recordar los gustos y preferencias del finado.


Este primero de Noviembre Ecuador rinde culto a sus muertos en una ceremonia que al menos a mí, me impresiona por su significado y trascendencia. Las familias van hasta los cementerios donde organizan verdaderos banquetes y donde al ritmo de la música salida de las guitarras, pianos o los más tradicionales instrumentos, comparten una bebida especial que deciden llamar “colada morada”, y una especie de pan, donde puedes adivinar cuerpos y rostros de niños y al que nombran “guaguas”. Es tiempo de fiesta y celebración y el recuerdo para esos que no están en el espacio físico de sus vidas, es el pretexto mayor para que se haga la fiesta.



Hasta los cementerios más intrincados del país llegan todos con flores, velas, plantas aromáticas y oraciones en nombres de planes y propósitos mayores. Avanzan por caminos polvorientos, por senderos diminutos o grandes autopistas. Van con plegarias, instrumentos musicales y envases de comidas. Para mí todo resulta extraño y conmovedor, para ellos un acto tan sencillo, como el de recordar, homenajear, rendir tributo.



Mis muertos descansan allá donde las aguas son más salobres, donde se entierran en ataúdes de pino sin muchos artificios, donde se hacen acompañar a veces de flores casi secas, por eso no tengo motivos para “colada morada” o “guaguas” en esta tierra. Pero estar, participar de esta locura que es el día de los muertos en Ecuador, me obliga a pensar en cuán distinto somos los seres humanos, me invita a reflexionar en cuál es el verdadero significado de ese momento supremo en que debemos decir adiós a quienes estuvieron sólo un tiempo en nuestras vidas. Continúo así, expectante e impresionado, por las bellezas de un continente que tiene en su gente el mejor de los atractivos. Sea este día, el tiempo para aprender, comprender, recordar.

2 comentarios:

Yamy dijo...

Mi amigo, no importa cuán diferente sea el cómo veneran a nuestros seres queridos, no importa cúanto artilugio kitsch se emplee en este empeño de recordar y a veces enmendar acciones, no importa inlcuso usarlo de trampolín a la fe, lo importante es quererlos y tenerlos allí donde podamos encontrarlos siempre que querramos, en mi caso prefiero guardárlos en donde bien los quiero, no en una caja ni en la esquina, sino en mi mente, en mi recuerdo más feliz; pero tú mismo lo has dicho, todas las personas y su cultura son tan diferentes, es increíble, las regiones nos separan, pero nos une el amor, eso sí...

Bsuu

Maykel dijo...

¿Qué pasa? ¿Detenida la creación?