sábado, 5 de junio de 2010

El teatro de mi vida


Otra vez la ciudad de Camaguey vibra por el impulso de los hombres y mujeres de las tablas. El Décimo Tercer Festival Nacional invita a que estemos cerca de este arte, en un encuentro que suele ser siempre cautivador e interesante. Teatristas de muchos sitios de la isla de palmas y la gente alegre, inundan los espacios habilitados para regalar jornadas inolvidables, hacerte vivir historias y sobre todo mostrarte que el mundo no sólo se reduce a la expresión triste y alegre que nos muestran las caras con que identificamos la pasión que tantas horas arrancó a Esquilo, Sófocles, Shakespeare o Ibsen.

El teatro ha sido en mi vida fuente inagotable de pasiones, de buenos momentos, de historias inolvidables. Aún me recuerdo en mis días de infancia cuando en algún momento me atreví a seguir los impulsos de la instructora Rosa de la Casa de Cultura de mi pueblo, para aventurarme a interpretar personajes y vivir en mi piel las historias de príncipes y guerreros al rescate de princesas. En aquellos empeños infantiles presumía siempre yo de ser héroe, y confieso que secretamente llegue a enamorarme de la bella Helen, que hacia pareja conmigo en aquel drama de hadas madrinas, castillos encantados y brebajes hechizantes.

Tiempo después el teatro me sorprendió otra vez caminando por las calles de aquel Santiago de tambores y cornetas chinas, en mis años universitarios. Hasta el Cabildo Teatral o la Sala Macuba solía irme yo con mis amigos de aquella etapa, o a veces solo, para comprender las historias que por medio de las puestas hasta mí llegaban. Otras situaciones de mi vida me acercaron inevitablemente a quienes aman el teatro y lo estudian, y entonces lo amé y lo estudié también yo.

Porque es imposible no emocionarse. Existe una magia allí entre quienes interpretan y quienes asisten. Las historias van contándose entre gestos, miradas, matices de la voz, y uno ya no puede escapar, hay que vivir cada escena así, con la intensidad de las cosas efímeras, con la pasión que sólo propicia lo irrepetible. En cierto modo los seres humanos hacemos de la vida también un escenario, en el cual no podemos evitar construirnos personajes. Andamos así sobre las tablas imaginarias de la cotidianidad, con el telón de los prejuicios y las desventuras de fondo, y alumbrados por los sueños y las esperanzas de otros tiempos mejores.

Al teatro grande que es la vida asistimos todos, a veces mejores o peores vestidos, con los textos aprendidos de memoria, u obligados a improvisar de momento, vamos consumiendo puestas, ganando aplauso o abucheos. La hermosa Camaguey acoge ahora su fiesta grande para la expresión y el gesto y me acoge a mi, en estas noches en las que no he podido resistirme a su invitación y he corrido hasta su encuentro ... Ando viviendo otra vez mis historias, mis personajes, mi vida.

4 comentarios:

Ramon dijo...

Reinier,

Una vez mas me haz llevado como lector hasta los escenarios de lo que narras. Nuevamente haz hecho que mis cinco sentidos se activen y que la imaginacion vaya hasta rincones los cuales he visto y a otros que aun estan por verse y conocerse.
Gracias mil por la intensidad de tus vivencias con lo que representa el teatro para ti y para todos los que lo disfrutamos desde lejos y desde cerca. Esta cronica la cual refleja tu experiencia y percepcion de lo que es un evento de esa naturaleza nos lleva a ser mas sensibles a las distintas expresiones teatrales.

Una vez mas te doy las gracias a nombre de los que te leemos pues esta cronica constituye un alimento como dije al comienzo para nuestros sentidos y para nuestro espiritu, alma y cuerpo. Continua escribiendo que como siempre lo haces genial y es una de tus vocaciones.

Kike Perdomo Silva dijo...

Aún recuerdo las campanadas de cuando iba a comenzar la puesta en el Cabildo de Santiago de Cuba. Recuerdo a la negra Fátima Patersson que era bien chévere y talentosa, y hasta algún monólogo me viene a la mente. Yo tuve que vivir el festival, este de ahora, desde la distancia. De jovencito escribí una obra, dirigí otra e hice de un doctorcito que se hizo cura y dejaba atrás una muchacha bella, en fin. Tuviste lo que hay que tener para irse de Festival y te admiro por eso. Las amargas lágrimas de Petra Vont Kant no pude verlas cuando el diplomado de noviembre, en fin, muchas obras que solo yacen "en los claustros del alma". Son los riesgos de la municipalidad. Un abrazo

Ramon dijo...

Luis Enrique,

En el corto tiempo que llevo leyendote me complace mucho la calidad de tu redaccion. Y por supuesto en este comentario ese sentido de llevar el hilo de la historia con esos detalles los cuales tu memoria atesora.

Gracias por informarnos, inspirarnos y llevarnos de la mano a traves de esas vivencias de tu vida. Sigan escribiendo los dos y honrandome con la amistad de los dos.

Víctor Hugo dijo...

Este trabajo me recuerda parte de mi vida. Cuando entré a la Universidad una de mis primeras pasiones fue el teatro y recuerdo el grupo que formamos en aquella ocasión donde aprendí, desde adentro, lo que significaba compartir historias, gestos, el mundo interior y un universo indefinido de sentimientos con el público. También me fui de Cabildo, para disfrutar del teatro y un poco más.
Después me alejé un poco y lo lamento, pero cuando regrese a mi tierra seguro lo recupero. Gracias Reinier por recordármelo