jueves, 4 de junio de 2009

Pintura desde pensamiento y sensibilidad de mujer

Por Lic. Reinier barrios Mesa
(barrios@rflorida.icrt.cu)

La Pintura es el arte de los pinceles, el caballete y la sensibilidad. A ella recurrieron los hombres casi desde el inicio mismo de la humanidad para comunicar sus ideas y sentimientos. En Florida también ella caló como manifestación artística, y sus hijos contribuyeron a enaltecerla y hacerla cada vez mejor.Pero aquí la pintura se hizo también desde las manos de nuestras mujeres.

Las referencias históricas acerca de la pintura en el territorio se abren precisamente con una mujer. No hay certeza absoluta de que en el viejo poblado de San Jerónimo, haya existido algún artista plástico o pintor. Lo cierto es que fue en el emplazamiento actual de Florida donde Maria Luisa Estorba en el año 1924, comenzaba a pintar y lo hacía de manera sostenida.

Perteneciente a una familia acomodada, fundadora de la localidad, en los salones de con referencia a los bodegones y naturaleza muerta, de pequeño formato pintadas al óleo.Esas piezas aún hoy se conservan y están ubicados en la casa cita en Calixto García No. 109. De María Luisa existen pocos datos. Se sabe que ejercía la profesión de maestra y debió haber nacido a principios del siglo XX. Su estilo se corresponde con lo tradicional y su valor histórico predomina sobre el artístico.

Entre 1925 y 1940 se destaca la artista Maria González Martínez, quien además de cultivar la pintura, fue profesora de música y trabajó el modelado en macilla. Aún se conserva de ella un cuadro titulado “Paisaje”, en el que se reflejan imágenes típicas de los campos de esta comarca con su vegetación y la llanura. Ella no solo se destacó como pintora y artista sino también que inculcó en las nuevas generaciones el amor por el trazo y el pincel.

La monja mexicana, Ana María Caro, de la iglesia católica de Florida realizó pinturas al óleo e incidió en la formación y educación de los nuevos exponentes de pintura desde la escuela de monja de Florida. Esta mujer abrió una clase y un taller en el antiguo colegio Lestonac, a donde con rigor enseñaba a sus discípulas la técnica y el dominio de los principales principios. Actualmente, se conserva en uno d los hogares de esta ciudad, una pintura a óleo de grandes dimensiones que fue realizada por una de las alumnas de esta monja llamada Argelina Durán Borges.

En los años primeros de Florida, las mujeres solo podían crear desde sus casas y el privilegio de ser pintoras y artistas les era solo dado a las que tenían mayores posibilidades económicas. Aún así, ellas supieron defender su derecho a crear y hacerlo desde su propia visión y sentimiento. Con el triunfo de la Revolución una nueva etapa se abría para la creación de la ciudad. La fundación y organización del sistema de cultura en todo el país, propició que muchas muchachas tuvieran la oportunidad de ingresar en las escuelas de iniciación artística.

En los momentos actuales no puede hablarse de un franco desarrollo en la ciudad de la pintura hecha por mujeres. Aunque en tiempos más difíciles muchas de ellas cultivaban desde sus casas la pasión por este arte, hoy ninguna alcanza renombre o al menos tiene una obra reconocida desde la ciudad. A pesar de que algunas muchachas instructoras de arte se han decidido por las artes plásticas como especialidad, no es una generalidad que ellas se atrevan a enseñar pintura en estos tiempos. Tal suerte tendrá que cambiar en aras de que otra vez nuestras mujeres ocupen un lugar diferente dentro de este arte en la región.

Lo cierto es que a la distancia de estos años María Luisa, Maria González, la monja Ana María Caro, encabezan el listado de las que a fuerza de constancia y talento regalaron a la ciudad, un arte hecho enteramente desde pensamiento y sensibilidad de mujer.

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